jueves, 26 de noviembre de 2015

Laberinto.

La noche seguía en los ojos de la inocencia que sin despertar fue mutilada en la esperanza que intento sembrar sobre una amarga llanura acomplejada. Pasos que repiten el rechazo, palabras enjauladas de indiferencia. Quizás la tumba esta sellada en su complicidad. No hay rosas nuevas para el marchitar de este descanso, las flores y sus colores se opacan en su similitud, sufren en las descargas que irradian estas espinas en sus enredaderas.

Mil caminos sin respuesta se derrumban inexplorados, el polvo los deja en el olvido, y en su olvido parte mi camino. Elegancia y subterfugio sin motivo para engañar sutilmente el envenenado estatus  que reduzco a buscar algún fantasma en las pieles que se arrebatan en mi cama tras una entrevista apasionada a prueba de fuego, blindada en oro, tallado con las palabras indicadas... siempre con las palabras indicadas, inadecuadas, exoneradas de clemencia, abrazadas de locura, de presencia, de rechazo al sabor del amor que despliegan a mi alrededor... curiosamente, tengo mil palabras también.

Puede que así esta bien, o tal vez no... tal vez de esta agonía puedan surgir horas violentas cargadas de descripción innecesaria, pero ya estoy bastante cómodo con esto. 
Mirar atrás es cuestionarme... Realmente es esto lo que pienso de mi?





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