miércoles, 29 de abril de 2015

La muerte como un arte para amar.

Dígase de aquel demonio-humano delicado, condenado a la espera auto impuesta y momentánea. A la espera de la hora. Sin embargo, falta la hora, pues la hora no la sabes... la hora es invisible, solo un paso firme sobre la oscuridad podrá iluminar lo opaco de la realidad. Pues la bondad es psicológica, y a primera vista el temor se hunde en los ojos del espectador, en la corta vida del admirador. Con el sentimiento a flor de piel quien podría quemar tu fauna, la elaborada fortaleza como defensa para el desaliente al usurpador de tu alma.

La nostalgia es el enemigo cuando avanzar se trata. En el abismo de la vida se corrompen los valores. Ves florecer la decadencia de la humanidad, su virtud y anhelo. La desobediencia mundana para la prosperidad auto suficiente e innecesaria. Los deseos de la bondad fácilmente quebrantados un susurro inenarrable. Básicamente a eso se ha reducido la realidad, dilatada, bajo llave y oculta. Y sin embargo el día muere demasiado lento



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